sábado, 28 de marzo de 2015

Gurús del fitness, entrenamiento I

Continuación de Gurús del fitness, dieta

Ya comes sano, es un hecho, estás dentro de un espiral eterno y no te apetece salir. Instalado en este punto por el momento de no retorno, te encuentras en una situación desconocida para ti. Nunca antes habías viajado a esta velocidad de crucero tan tranquila y placentera. Tus hábitos van acompasados con tu cuerpo a la perfección, siguen el metrónomo y jamás se cruzan. Nada distorsiona, no hay sonidos disonantes, todo fluye bajo la misma melodía, la escala anda bajo el mismo acorde. No hay mejor sensación que la de caminar por la senda correcta convencido que los otros caminos solo llevan a la destrucción. -Sí, mi paso es el bueno, el tuyo es erróneo y tropezarás, estoy seguro.- La seguridad con que afirmamos la opción que hemos elegido es directamente proporcional al menosprecio de todas las demás alternativas y no dudarás en implantar doctrina sobre ello a aquellos que anden buscando respuestas. En realidad el éxito de nuestro planteamiento se basa, en gran parte, en el auto-convencimiento de que lo hecho es ideal y no caben variantes. El subconsciente se vuelve un Gurú incontrolable dentro de tu propio cuerpo.

-¡Quiero más!- Insaciable de mi. -Deseo tener el cuerpo de una portada digna del Men's Health y con el estilo de vida que he escogido no es suficiente.- No basta con pasear por la playa y comer "sano", necesito esculpir este cuerpo rebosante de alimentos macrobióticos. -Unas Adidas pronadoras, y a correr.- Correr es lo primero que hacemos, pensamos que será fácil. -Los cordones sé como se atan, así que lo demás vendrá rodado.- Eso pensaba yo. No había corrido desde el colegio de chavalín y no lo relacionaba el cansancio. -Me voy a correr. -¿Cómo? -A correr. -¿Por dónde? -Hasta la Arrabasada y vuelvo. -Todo eso... ni de coña.- Valiente donde los haya. Hacía más de diez años que no dedicaba al deporte ni un solo segundo y quería hacer unos siete kilómetros del tirón. Como en la mayoría de los casos mi mujer tenía razón. No sé, quizás hice uno y medio, tal vez dos kilómetros seguidos y casi me desmayo. El corazón a punto de salirse por la boca; los latidos eran tan fuertes que ni siquiera mi ahogada respiración lograba taparlos. Volví con las orejas gachas a casa y esos ojos que tan bien conocía, una vez más volvieron a decir: -Te lo he dicho.-

No soy de esos que se rinden fácilmente y en un par o tres de meses cogí el ritmo, y de qué manera. Los sábados, los domingos, antes del trabajo, por la tarde... Forrest Gump a mi lado, un aficionado. Cuando tenía un rato, a correr. Pero el resultado no era el esperado. No se me marcaban los abdominales, esos trapecios hasta las orejas que veía en las portadas de las revistas no existían, el bíceps congestionado y vascularizado no salía de mi esmirriado brazo. -¡La piscina!- Pensé en un acto revelador. -Claro, el deporte más completo del mundo, todo son beneficios y vaya espalda tienen los nadadores. Así quiero, así.- Afortunadamente, mis padres desde que era muy pequeño me enseñaron a nadar y esto sí que realmente se me daba y se me da bien. No me costó nada coger un ritmo frenético devorador de largos. El fondo ya lo llevaba entrenando como "Runner" solo era cuestión de tiempo que esos dorsales en forma de uve brotaran de mi raquítica espalda. Mi nueva afición acuática no le quitó ni un segundo a mis entrenos de asfalto. Introduje mis sesiones de natación al mediodía. En el trabajo nos daban un descanso de dos horas, pero yo no las iba a descansar. Bañador ajustado, gafas, gorro y al agua. Sesiones de running cuatro veces por semana, piscina seis días y comiendo como un pajarito el saludable vómito de su madre y allí nada de nada, en lugar de músculos aparecieron los huesos pegados a la piel. Se esfumó el culo, el cuello apenas soportaba el peso de la cabeza, los tobillos desentonaban con la magnitud de los pies, las caderas solo servían de soporte al cinturón de los tejanos irremediablemente grandes.

Al salir de la piscina, al mirarme en el espejo del lavabo: -Joder, no puede ser, si vengo casi todos los días a nadar y me mato a correr.- Cuando de pronto: -¡PUMB! ¡PUMB! -¿Qué es esa sala? ¿Qué son esos golpes? ¿Oh, esa música? ¿Y esos gritos?- Me acerque cauteloso como un explorador al encontrar una ruta que no sale en el mapa. -¡Uaaah! ya ves, el gimnasio... esto sí que sí.- El sonido de unas mancuernas de treinta kilos cayendo sobre el acolchado suelo me había conducido hasta el paraíso del hierro. Pregunté al técnico que allí se encontraba si me podía hacer una tabla de ejercicios para cinco días a la semana. Entonces no me di cuenta, pero ese chaval de camiseta apretada y andares chulescos fue el primer Gurú con el que hablé. Me preguntó que objetivos quería marcarme, a lo que contesté: -Quiero ponerme fuerte. ¿¡Joder estoy en un gimnasio, no!?- Esto último lo pensé. Él cumplió su parte y yo la mía. El lunes cambie las chanclas por una camiseta de tirantes y allí estaba sin puta idea de lo que hacer. -Jalón tras nuca, remo con barra T, curl del predicador, patada con mancuerna, cruces de polea, multipower, barra Z, agarre supino, flexiones... ¡este sí me lo sé!- A cada minuto le preguntaba al monitor que era todo aquello escrito en esa ficha plastificada y como se ejecutaba. La típica gallina sin cabeza que corretea suelta por el matadero, esa era yo.

Pasaron unos meses y mi afición por la natación desapareció o más bien fue eclipsada por una rutina Weider. Aunque seguía corriendo como un galgo, no era este deporte el que me interesaba, la información que mandaba a Google buscar ya no era sobre qué comer antes de una maratón, ni de como rebasar los cuatro minutos y medio; ahora lo que calmaba mi sed era el aprendizaje de beber vorazmente la palabra que los atletas de fuerza me mandaban a través del router.

Continúa el 4/04/2015 - Gurús del fitness, entrenamiento II

2 comentarios:

  1. Jajajajjaa vaya forma de contar las cosas, me muero de risa!!

    No sé en qué va a terminar esto, pero la diversión está garantizada, al menos para los lectores. Gracias :)

    Un abrazo, señor "cachas" :P

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    Respuestas
    1. En principio no me plantee darle el aire divertido e irónico que ha adquirido esta cuatrilogía, porque el fondo es muy serio. Pero mientras iba escribiendo vi que mi experiencia personal, vista desde fuera, era de risa. Creo que le viene bien este tono, sino la lectura se haría tremendamente pesada.

      Gracias Julia por estar siempre ahí. ¡Saludos!

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