sábado, 21 de marzo de 2015

Gurús del fitness, dieta

-¿Por qué pasar del sedentarismo absoluto a la actividad incansable? -Quién sabe.- No sé cual es el detonante que da el empujón y ata unas zapatillas deportivas a los pies. De pronto te encuentras en la mesita de la cocina con un calentito y reconfortante té verde entre tus manos. Así sin más, dejaron de haber cervezas en la nevera, pasó a la historia el armario de la glotonería placentera, caducó eso de recenar un vaso de leche y galletas hasta terminar existencias... -Pero, ¿por qué?-

Mi metabolismo antaño acelerado cual caída eterna hacia el vacío había cambiado, no carburaba igual, incluso a veces hacía la perla. Jornadas maratonianas de trabajo y noches brutales de ensayo, convertían esas calorías extra en combustible refinado que comprimía y hacía estallar mi cuerpo. No existía un ápice de grasa dispuesto a ser almacenado. Todo se quemaba, se convertía en fuego. Mi actividad seguía siendo una gincana constante, mi dieta de cantidades ingentes en carbohidratos de alto índice glucémico y grasas saturadas, incluso transgénicas, seguía siendo la misma. -¡Es mi maldito cuerpo el que ya no va acompasado!- Gritó el viejo joven resignado.

-¡Zas!- Te das de morros inesperadamente. Yo, un hectomorfo de manual, me encuentro un día andando de vuelta al trabajo con el viento de cara cuando la camiseta que llevaba se topó con algo inesperado. Una masa esférica de grasa y agua subcutánea empujaba la prenda de algodón que batallaba a contra viento. Mis ojos, pribilegiadamente posicionados, distinguieron con horror la imagen de tan portentosa barriga y entonces algo se activó dentro de mi. No me di cuenta de que relé se había activado hasta que, como he mencionado antes, sujetaba esa taza de té.

La primera fase la más sencilla, dieta. No hace falta comprar nada, no precisas de utensilios ni aparatos para llevar a término tu propósito, simplemente lo que has estado haciendo hasta ahora, no lo hagas. Un cambio de hábitos drástico y vencerás sencillamente. No sirve eso de ir poco a poco, ni aquello de: "El lunes en serio"; -Estamos a miércoles por la tarde y empiezo ahora.- Sé que tengo suerte, algunos dicen que es fuerza de voluntad, yo no lo veo así. A mi no me cuesta ceñirme a ningún plan que cumpla un propósito, por lo tanto no necesito la voluntad para llevar a cabo mi objetivo. Es todo pura auto-psicología, crea tu propio placebo y convéncete. Creedme cuando os digo que no hay cosa que me guste más que comer, y comer "bien" claro está, pero cuando me propongo unas pautas bien administradas no las salto, así de simple.

No es necesario asistir a ninguna clase impartida por el típico Gurú que dice ser el poseedor de la clave para la transformación de tu cuerpo sin ni siquiera esfuerzo; tampoco pagar cantidades absurdas de dinero al típico dietista que solo reafirmará lo que ya sabes. Si eres de esos que necesita derrochar el dinero para así tomar el camino pautado seriamente, me compadezco y a la vez te animo a que cambies esa forma de entender la voluntad. Lo primero que hacemos es plantear nuestra dieta; nos lo tenemos que currar. Hay que tirar de Excel si es necesario, no escatimemos en recursos. Tantos por ciento, gráficos, estadísticas, todo bien detallado. #Comida1, #Comida2... al lado de cada alimento el peso y seguidamente las calorías totales desglosadas en los tres macronutrientes. Es muy importante dejarlo todo claro, contra más intuitivo mejor. El éxito se basa en el orden y debemos ser ordenados en todos los aspectos. Hoy en día es muy fácil conseguir información y tus excusas solo reafirman la inevitable derrota.

Pasado un tiempo siguiendo la dieta, si no te has engañado a ti mismo/a, verás los resultados y ten por seguro que vas a querer rizar el rizo. No sabrás hasta que te encuentres en el ajo en que grupo posicionarte; el surtido es amplio y variopinto. Desde la actual moda del "raw food", pasando por los que simplemente sienten pánico por los hidratos, el grupo en el cual te instales licuará el fluido de tu ser como espinaca de un zumo verde.

Como sé que en esto de las dietas es muy importante, a la vez que algo morboso, contaré mi experiencia personal. A mi me dio por comer lo más sano posible. Verduras de proximidad cocinadas lo mínimo posible para no perder su valor nutricional, harinas ecológicas con las que elaborar el pan con masa madre natural alimentada como si fuera mi propio hijo, carnes procedentes de la ramadería sostenible de la zona, pescados solo del Puerto de Tarragona comprados directamente en la lonja... todo controlado al máximo. Cantidades, alimentos y cocción eran sometidos a un exhaustivo examen constante. Cero grasas, cero productos procesados, todo natural, sin sal y con el aceite justo para saciar las necesidades básicas del organismo. Leído así parece una idea cojonuda, el plan de vida que todos deberíamos llevar... -Ahora prueba ir a comer por ahí... no puedes.- Las limitaciones que impone la sociedad serán tu máximo contrincante. -¿Ah, te traes el tupper? -Sí. -A ver, ¿que llevas...? -¿Quinoa con guisantes y un poco de pollo hervido? -¿¡Estas enfermo!?- Impiden seguir el plan, te tachan de enfermo, de demente, no entienden que lo que antes era una "dieta" ahora es un estilo de vida y no quieres abandonarlo. -Menos mal que no le he dicho que de postre tengo kefir.- El placer de sentirte a cada momento bien es lo que empuja a seguir adelante. Aunque es la sociedad con sus prejuicios los que crean el fondo de la decisión al cambio, es esta misma la que no deja alcanzar el objetivo que ves claramente. -¡No estoy a dieta, sigo mi dieta!-

Todas las dietas, ya sean para adelgazar, mantenerse o subir de peso se basan en el bienestar físico en todos los aspectos, y lamentablemente en la fachada concretamente. El como nos vemos por fuera, sigue predominando al como estamos por dentro. La envidia, aunque sea sana, y el afán de comparación insaciable hacen dar automáticamente el siguiente salto a la fase dos: el entrenamiento. Sí bien los "Gurús" hasta ahora no han aparecido más que en pequeñas pautas del tipo: -No tomes azúcares por la noche. -Si te pasas el fin de semana, un par de días a base de piña y solucionado. -No, no, solo proteínas. -EspecialK que es muy completo. -Pues sáltate el desayuno. -Ocho litros de agua, como mínimo. -¿¡Sal!? Ni hablar.- Es a partir de aquí donde estos dan del "Do" de pecho y proclaman ser el mesias que está dispuesto a impartir doctrina a su rebaño.

Continúa el 28/03/2015 - Gurús del fitness, entrenamiento I

4 comentarios:

  1. Ummm... ahora me tomaría un zumo verde fresquito.

    Voy a por la continuación, que promete.

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  2. Una interesante experiencia contada de primera mano, esas son las mejores y más fiables!! Me ha llamado mucho la atención uno de los planteamientos que expones, y estoy de acuerdo contigo: la sociedad te incita a lograr un cuerpo sano y sobre todo "agradable a la vista" al mismo tiempo que rechaza que seas diferente a la hora de alimentarte. Vamos, como si hubiera que hacer dieta pero a escondidas y aparentando que uno como tan mal como los demás. Es de locos, pero muy cierto.

    Estupenda entrada, me ha encantado!!

    Un abrazo.

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    1. Gracias Julia. La pregunta que siempre me hago es, ¿por qué vemos raro que alguien desayune un tupper de arroz y pollo hervido, mientras que si uno come un par de Donuts es normal?

      Lo saludable es extraño y lo nocivo es habitual, ese es el problema de la sociedad.

      Me alegra muchísimo que te haya gustado. ¡Recibe un tremendo abrazo!

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