sábado, 18 de octubre de 2014

Chatarra

Una de las ventajas de ser mecánico, es que conoces el funcionamiento de las cosas. Debes saber desde la colada del material elegido para construir la pieza, hasta la instalación del equipo donde se encuentra. "Mecánico" es un termino mal empleado en la mayoría de los casos. Bajo mi punto de vista, estrictamente personal, se le llama "Mecánico" a cualquiera que sepa sustituir una pieza por otra. Considerarse "Mecánico" es mucho más, pero esa es otra inquietud de la que más adelante hablaremos.
 
Una de mis experiencias más remarcables desde que pertenezco a este honorable gremio, es el trato con los chatarreros, con las chatarrerías.
 
Todavía recuerdo la primera vez que entré en una de ellas. Era un sitio oscuro y húmedo, ya que una parte de la nave estaba al descubierto y quedaba a la merced de la lluvia. Debajo de la zona destechada, se generaba una especie de vegetación amazónica que al contacto con el hierro, desprendía esa humedad oxidada. El lugar me parecía tan grande, que no me separé del jefe por miedo a perderme entre las montañas de ferralla. Todo era peculiar, los puentes grúa, la cizalla, el imán, camiones rebosantes de material, todo inmenso a ojos de un chavalín de dieciséis años. Lo primero que vi y me sorprendió, fue al hombre encargado del soplete. Un señor, ya mayor, arrastrando entre escombros de metal las botellas, de oxigeno y acetileno, dispuesto a cortar cualquier trozo que sobrepasara las dimensiones requeridas para entrar en un camión. Aquel personaje era un maestro capaz de cortar recto, a escuadra y sin apenas lanzar escoria, espesores de más de cien milímetros. -¿Qué hacía allí? ¡Debería estar trabajando en alguna de las caldererías más potentes de la zona!- Cuando lo veías desplazarse, la pregunta se resolvía sola, el pobre hombre andaba cojo. Por lo visto, accidente laboral. Así que, allí estaba desterrado.

Otra cosa que me causo impresión fue la cantidad de toneladas que allí se movían. Cumbres de chatarra. Inoxidable, aluminio, bronce, zinc, hierro, cobre... había de todo. Nosotros éramos un taller pequeño y no estaba acostumbrado a tales cantidades. Llevábamos un par de bidones en la furgoneta con retales de chapa y ya me parecía ser del cartel del hierro. Eran otros tiempos, incluso en el propio chatarrero vendían material. Algunos tubos, redondos, barras, chapas... un poco de todo y a veces más. Las personas que esperábamos tanda allí, pertenecíamos todos al sector, desde cerrajerías a grandes industrias caldereras. El jefe de todo aquello, no perdía el hilo de nada, era omnipresente, pesaba, dirigía, pagaba, vendía... lo hacia todo y de cabeza. No se le escapaba una peseta, ni un kilo. La sensación de aquella primera vez, fue espectacular. Si todo aquello que desechábamos allí era tan gigantesco, imagina como debía ser lo que producíamos.
 
El tiempo fue pasando. Hubo una temporada, en que todos los chatarreros estaban recelosos. Se mantenían a la expectativa de algún acontecimiento importante. Se rumoreaba que compraban explanadas sin fin y las inundaban de chatarra. Almacenaban y almacenaban con paciencia. Por lo visto la demanda estaba a punto de subir. Creedme cuando os digo, que si existe algún gurú de las fluctuaciones bursátiles, esos son los chatarreros. Según parece la jugada les salió bien.
 
Ya en una época más reciente. Me encontraba trabajando para otra empresa donde me ascendieron y me dejaron, un poco, al mando del departamento de Mecanizado. Trabajábamos en la construcción de piezas para diferentes sistemas mecánicos, normalmente de transmisión. El arranque de viruta era nuestro procedimiento estrella y el residuo que desechábamos era minúsculo. En resumen, trocitos muy pequeños de acero limpio dispuestos para almacenar. Es muy apreciado, ya que en poco volumen obtienes mucho peso. En un principio venía una empresa y se llevaba todo el material, pero vimos que salía más a cuenta almacenarlo nosotros y llevarlo personalmente a vender. Tuvimos que hacer alguna trampa por el tema de los controles ISO, pero eso ahora no importa.

Llegaron los primeros aires de la  temida "crisis", apenas generábamos suficiente para ser rentable si descontábamos el transporte de tan poca cantidad. Molestaba tener almacenada chatarra hasta conseguir el volumen suficiente para ir a venderla. Entonces aparecieron ellos...
 
(Continúa el 25/10/2014 - Chatarrero)

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