sábado, 13 de diciembre de 2014

Filmoteca

El cine y su consumo es una necesidad básica. La gente necesita evadirse del día a día absorbiendo películas, series y programas de televisión. Es lo más fácil e inmediato, mucho más sencillo que trincarse una botella de Larios. Estás dispuesto a darle a un botón y abrir un portal donde serás tú el protagonista de aquello que te ofrezcan. Sentirás en primera persona cualquier acontecimiento sucedido e irás fusionándote con la pantalla hasta crear un solo ser, que no se atreve a parpadear por miedo a desaparecer de esa ficción, y así, quedarse a merced de la realidad. Es pura magia y tu la haces posible.

Una distracción, simplemente. Desconectar ciento veinte minutos y sufrir, amar, llorar... cambiar tus pensamientos inmersos en la rutina por otros de duración definida. Qué placer evadirse de uno mismo por un rato, ¿no?

La industria cinematográfica lo sabe. Sabe que la mayoría de nosotros estamos recorriendo una vida muy por debajo de la esperada. No estoy diciendo que seamos unos infelices, lo que digo es que las expectativas van quedando cada vez más en la cima y nos hemos acomodado al pie de la montaña, en el campamento base. Su negocio se basa en transformar nuestra ambición y volcarla en un cartón de palomitas. Y doy gracias por ello.

¿Y la televisión? Los mayores estudios de población, pueden medirse a través de las audiencias televisivas. Programas de sobremesa de índole grotesco, son vistos en masa por un determinado grupo de gente. Si alguna mano perversa maneja a su antojo el contenido de estos y anota las reacciones del share, obtendrá una gráfica mediante la cual podamos evaluar el estado psiquiátrico de su audiencia. Llevaría tiempo, pero sería el estudio más preciso jamás hecho con un volumen de población tan grande. Pero que ingenuo soy, si esto ya lo hacen.

La curiosidad nos atrae. Nos gusta ver a personas "como nosotros" aireando su lado más decadente ante el público. Aceptamos al desconocido como parte de nuestra vida poco a poco y confraternizamos con él a sabiendas de la ficticia situación. En algunas ocasiones despreciamos los actos sucedidos y no por eso dejamos de seguir viendo, en una fascinación por lo absurdo, como los personajes entran en una espiral de odio verso sus semejantes. Contra más retorcido, más nos atrapa.

Entre las orillas del cine y la televisión, queda ese recién descubrimiento por el gran público, las series. Una gran historia entregada en pequeños y suculentos fascículos. Estas entregas enganchan a cualquiera. Por mucho que te resistas acabarás cayendo en alguna de ellas. Todo el mundo habla maravillas sobre alguna serie que tu todavía no has visto y eso jode. No puedes entrar en el grupo, estás aislado y acabas chutándote la serie, de la que todo el mundo habla, de lleno en la vena.

No hace tanto tiempo las series no tenían ese gran merito que ahora poseen, jugaban en segunda división. Elementos como la disposición de cientos de series aparte, creo que también es por el nuevo enfoque. Antes al ver una serie, siempre hablando bajo mi punto de vista claro, perecía como si la trama fuera resolviéndose sobre la marcha, como se suele decir, a salto de mata. Los guionistas deberían escribir sobre el mismo rodaje o más bien las productoras no se arriesgaban e iban renovando contratos según el volumen de seguidores. Eso influía en la calidad de los argumentos y en más de una ocasión estos no se relacionaban o daban un giro tan inesperado que ni los propios actores comprendían. Hoy en día parece que esto es diferente y puede ser por dos factores. Uno, las mejores series se conciben con fecha de caducidad, eso mantiene un guión firme del cual no hay que separarse jamás. Está todo pensado con anterioridad o al menos es lo que parece. O dos, puede ser que la industria cinematográfica se haya dado cuenta del filón y haya puesto manos a la obra a sus mejores equipos de producción. La estrategia sigue siendo la misma que hace años, pero sus chicos más valiosos manejan ahora la situación, dejando a sus predecesores como la morralla del gremio. Sea como sea, han dado en el clavo y cada día consiguen más demanda pese a la gran oferta.

A parte de esto, creo que la filmoteca de cada persona habla mucho más de ella que cualquier biografía posible, aunque esta fuera escrita por el mismísimo Miguel de Cervantes. Con el nombre de las diez películas más significativas de tu vida, puedes llegar a desnudarte más que en una terapia de alcohólicos anónimos.

- Hola mi nombre es Pelusa.

- ¡¡Hola Pelusa!!

- Este es un posible Top Ten de mi filmografía: Alien the Eight Passenger, Pulp Fiction, Big Fish, Blow, Irreversible, Dawn of the Dead, Killer Klowns from Outer Space, The Texas Chain Saw, A Clockwork Orange, Terminator 2 Judgment day... y también bebo.

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