sábado, 27 de septiembre de 2014

Droga

Bueno, supongo que será por donde te muevas. ¿O no?
 
De pequeño, en la plaza donde jugábamos, a finales de los 80 principios de los 90, la droga reina era el caballo, el jaco, la chuta... vamos la heroína. Cada tarde al salir del colegio íbamos a jugar allí y nos encontrábamos una legión de "yonkis" que no eran más que chavales jóvenes del barrio, con el único defecto que les molaba más estar allí que aquí. Gente de unos veinte, treinta años chutándose delante de nosotros, allí sentados en el muro uno al lado del otro, compartiendo jeringuilla sin corte ninguno. Todos los allí presentes sabíamos que eso que hacían era malo, pero lo veíamos tan normal y habitual que pasaba desapercibido. Desapercibido para nosotros que nos concentrábamos en un balón, unas chapas, las canicas o la peonza, no por nuestros padres. Ellos sabían que eran hijos de madres del barrio, de familias como las nuestras, conocidos de toda la vida que de repente, sin previo aviso, se ven inmersos en el infierno de la droga por un hijo/a demasiado curioso/a.
 
Por "suerte" la moda del caballo se fue del barrio. Al menos entre los de mi generación ya no se veía a nadie chutarse, ni se sabía de ello.
 
A finales de los 90 ya éramos una pandilla de amigos bastante grande como para montar unas fiestas de la ostia, y no defraudábamos. Cada fin de semana superaba al anterior y así sucesivamente. No podías faltar, imposible. Si faltabas, aunque solo fueran unas horas, te perdías algo legendario, lo cual iba a ser recordado por siempre y vivirías con la lacra de no tener ese recuerdo en tu mente en primera persona, cada vez que alguno lo reviviera. Me pasó en un par de ocasiones y creedme, es insufrible.
 
En aquellos tiempos tener unos colegas como los que yo tenía, era más preciado que la misma familia, mucho más. Lo eran todo, lo dabas todo por el grupo y veías que era reciproco. Simplemente genial y perfecto. Nadie se quedaba en la estacada, no sé... no había fugas, no había fallos. Un único pensamiento común era suficiente para mantener unido al grupo. Ese pensamiento era: -Seguir eternamente así.- No había mañana, no había futuro, solo presente. Imagínate vivir en un presente continuo rodeado de tus mejores colegas, de cerveza y hierba, sin problemas ni malos rollos. ¡Joder que pasada!
 
Hierba, chocolate, huevo, polen, chicha, apaleao, resina, que si una L, ahora un Bob, va una cachimba, mejor una pipa, ¿has probado la salvia divinorum?, ¿y qué tal unas setas?... Sí, éramos naturales como la vida misma. Solo consumíamos productos de la naturaleza, alguna vez un poco procesados, pero de la madre naturaleza al fin y al cabo. Chavales normales a los que les gustaba encerrarse en algún local y jugar al "Soul Blade" estando fumados. De vez en cuando salíamos de ese ambiente parecido a una cámara de gas de Auschwitz y nos metíamos en algún garito donde pusieran buena música. En aquella época podía sonar "Papa Roach", "System of a Down", "Red Hot Chili Peppers", o algo por el estilo. Nunca había bastante, no existían las horas ni el tiempo. No necesitábamos más. El grupo como tal nunca se paso a la química, con nuestros petas, nuestras cervezas, los "Pelotazos" y "Bocabits" había suficiente.
 
Cuando ves la primera raya encima de una caja de Cd's, no te das cuenta, pero con los años relacionas ese acontecimiento con el declive de la comunidad que en tantas ocasiones hubieras jurado mantener indisoluble y eterna.
 
Poco a poco, cada uno tira por un lado. Por culpa de este, por culpa del otro, por mi culpa; jamás volveré a notar esa calidez que te da cinco minutos de carcajadas continuas compartidas con tus colegas. Solo me queda el buen recuerdo de aquellas gloriosas noches donde el tiempo se detenía y lo más importante lo tenias sentado al lado.
 
¿La Droga, no? ¿Es inofensiva o es un poderoso enemigo? Puedes haber visto las mil y una, no por eso estás condenado a seguir la corriente que te arrastra. Puedes no haber visto nada en absoluto y lanzarte de cabeza al rio diez metros antes de llegar a la cascada.

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